Nuestro lema: En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17.
El día Jueves 26 de Enero, nuestro Pastor Manuel Morales hace un llamado a una reunión urgente a un grupo de hermanos obedeciendo al llamado del Señor. Nuestro Dios había puesto en su corazón, que se hiciera un trabajo de ayuda a alguna localidad afectada por la seguidilla de incendios que están sucediendo en nuestro país. La respuesta de los hermanos fue un seguro “amén” y de esta forma comenzó el mover de cada grupo en lo que sería esta primera etapa.
Oración y ruego por nuestro país
El día Miércoles 25, la juventud hace un llamado a orar en nuestro templo matriz; un tiempo de oración junto a jóvenes y adultos a rogar misericordia y restauración por esta catástrofe.
El Jueves 26 por la tarde, nuestra congregación, se una en un culto de clamor al Señor. Además nuestros hermanos comienzan a llegar con las primeras donaciones para ir en ayuda de nuestros compatriotas.
Nuestros hermanos y vecinos responden al llamado a ayudar
Desde temprano, este viernes 27 recién pasado; las hermanas Dorcas y algunos jóvenes, comenzaron a seleccionar toda la ropa que había llegado a nuestro templo; para poder llevarla en buenas condiciones. Durante todo el día, se recibieron donaciones en mercadería, ropa, zapatos, muebles, colchones, electrodomésticos, etc. Una larga jornada, pero llena de esperanza. Este trabajo se siguió relazando el día sábado y con la ayuda de nuestros hermanos, que con parlante en sus vehículos hacían saber a la comunidad que nuestra iglesia estaba recibiendo donaciones.
Ya a las 15:00 hrs. Del sábado, se comenzaban a cargar los camiones. Un camión de 10 toneladas y otro de 2,5. Gracias damos al Señor por tocar los corazones de nuestros hermanos que tan noblemente facilitaron sus vehículos para transportar la ayuda. Ya estaba todo listo, nuestro destino ahora era: Santa Olga.
Santa Olga: Un lugar devastado
A la 1:00 de la madrugada del Domingo, los 43 voluntarios inscritos para ir a trabajar a la localidad de Santa Olga, ya se congregaban en nuestro Templo Matriz. Nuestro Pastor Manuel Morales y nuestra Pastora Erika Altamirano, daban las últimas instrucciones al grupo; luego, una oración entregándonos a nuestro Dios y a emprender nuestro viaje.
Cuatro horas y media aproximadamente duró nuestro viaje, llegábamos al lugar sin mayor novedad, pero comenzamos a ver los desastres que dejaron los incendios a lo largo de la carretera hacia Constitución.
Al llegar al albergue de los hermanos de la IMPCH, nuestro hermano Abel Millaqueo, quien por orden de nuestro pastor se había adelantado a preparar el terreno, nos esperaba junto a su familia y al pastor dueño de casa Marcelo Muñoz para dar instrucciones de los trabajos a seguir.
La iglesia local estaba también fuertemente apoyada por las demás congregaciones. Los equipos de trabajo se repartieron en cuatro. Uno, a cargo de nuestra Pastora Erika, se quedó en el lugar organizando las donaciones que ya había en el albergue de la iglesia. Otros dos grupos, con sus herramientas, trabajaron limpiando y recogiendo escombros en dos casas ubicadas en las afueras de Santa Olga. Otro grupo, junto a nuestro Pastor, salieron por la carretera prestando ayuda material y espiritual a las familias, ya que la devastación era tan grande, que salían con letreros pidiendo ayuda. Un último grupo, fue a trabajar a la casa pastoral en el centro mismo de Santa Olga, a realizar demolición. Realmente al llegar allí, nos dimos cuenta de la gran destrucción que había dejado el fuego, era realmente una zona de guerra.
Durante todo el día los equipos de trabajo dieron todo su esfuerzo y amor por cumplir esta noble misión. Pudimos unirnos como congregación entregados a una causa. En el lugar, nos unimos a otros voluntarios que con sus palas, camiones y retroexcavadoras, prestaban su tiempo para ayudar en este siniestro.
Gracias damos al Señor, por darnos la oportunidad de servir y ayudar con un pequeño grano de arena. Gracias damos a nuestro pastor por hacernos parte de esta iniciativa. Gracias a nuestros hermanos y vecinos por hacer que la ayuda fuera más grande. Gracias a los hermanos y hermanas, mayores y jóvenes que pusieron sus manos al servicio del Señor una vez más.
Nuestra oración y ruego seguirá siendo que “¡Chile sea para Cristo!”. Dios les bendiga.
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