“¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia sobreabunde?; libres de pecado y esclavos de la Santidad”
Posterior a un glorioso desfile de 18 septiembre, conmemorando con banderas al viento, estandartes alzados, instrumentos sonoros con notas llenas de gloria, variados grupos etareos; ninguno indiferente para alzar la voz y testificar que en Cristo hay Salvación y Vida Eterna.
Dos centenares de miembros entraron a un coro, orgullosos de haber completado un trayecto de más de 2 kilómetros, donde en cada pisar, cada marcha el único objetivo era honrar a aquel que todo nos ha dado.
Estremecedor inicio de servicio de adoración a Cristo, cuando por labios de nuestro hermano Oficial Diácono Miguel Curilén se aludió a cantar nuestro Himno Nacional, finalizando con un “Viva Chile!… ¡Viva!, Viva Cristo… Amén! voz en cuello fraseó el pueblo unánime. Sin apagar el ímpetu de adoración se dio inicio a nuestro primer himno congregacional N° 259; ¡Oh mi corazón reboza de gozo!, donde cada letra de la estrofa era vocalizada desde los labios del alma.
No faltó mucho tiempo para que con un segundo Himno (N°295) y posterior sonar dulce de los niños con un “Hombre Leproso” ya la presencia de Dios no se contuviera y pronto jóvenes y adultos lloraran sin importar nada, brazos extendidos dando gloria, entregando lo más insondable del ser . ¡¡Aleluya!! y otras manifestaciones de gozo condicionaban el desarrollo del culto, quedando en plena libertad la acción del Espíritu Santo.
Nuestro Pastor a cargo del servicio, conmovido por la presencia de Dios, guiaba a más adoración, una iglesia en un pensar: “Adorar”, “Adorar”.
Prontamente la exposición de la palabra señalaba Romanos 6:22-23. “Perseveraremos en el pecado para que la gracia sobreabunde?”, de ninguna manera, el apóstol aclaraba para corregir una mala interpretación y agregaba – Más ahora que ahora sois libertado del pecado, te volvéis esclavo, pero de Dios!!-, libres de pecado y siervos (esclavo) de Dios, autodefiniéndose prisionero de Cristo, esclavo de Cristo.
Recordando que en sus orígenes, el pecado germinó en la tierra a través del ángel destituido de la Gloria por desear semejanza al poder de Dios. Estando ya en la tierra, Satanás representado por una serpiente ofrece al hombre comer del fruto prohibido confrontando así, el pecado y la condenación a la humanidad.
Hoy nos preguntamos: ¿como es posible ser libres de la esclavitud del pecado?, la respuesta es por medio del accionar del amor de Dios, restaurando y restituyendo lo que el hombre había roto y Satanás desunido.
Finalmente, Romanos 28:1 señala: ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Santificación es lo que Dios pide a nuestra vida, si deseamos ser grandemente usados , debemos honrar a Cristo durante todos los segundos de nuestra vida. Anunciar el evangelio evidenciando que somos libres del pecado ya no esclavos de él, si no, libres en Cristo Jesús con paga de la dádiva de vida Eterna.
Dpto. Comunicaciones IMP P.Hurtado
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